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1958 marcó los comienzos de una nueva era para Heuer. Jack Heuer se convirtió en la cuarta generación que dirigía la empresa familiar.
Esta década vio como nuevos modelos de cronógrafo, diseños innovadores para cronómetros legendarios y temporizadores de salpicadero se imponían en el universo de los ralis.
Jack Heuer se convirtió oficialmente en el cuarto director de la Ed. Heuer & Co. S. A., el negocio familiar. La empresa interrumpió la venta de los relojes de pulsera convencionales y se concentró en los cronógrafos de pulsera, los cronómetros y los instrumentos de medición de salpicaderos para carreras y ralis. Jack Heuer introdujo su empresa en el universo del motor en todas sus formas, desde las carreras de pilotos amateur hasta la escudería Ferrari de Formula 1.
En 1958, Heuer actualizó el diseño de sus temporizadores de salpicadero para mejorar la legibilidad, lo que le llevó a presentar innovadores modelos. Por un lado, la pareja Rally Master (el reloj Master Time y el cronómetro Monte Carlo) dominaría el mundo de los ralis. Por otro lado, el Super Autavia fue el primer cronógrafo de Heuer que se colocaba en el salpicadero o el timón del piloto. Finalmente, el Sebring ofrecía una medición de fracciones de segundo.
Los cronómetros constituían la piedra angular del negocio de Heuer, por lo que la empresa repensó su selección a medida que se iba acercando a su siglo de vida. Así vio la luz el Game Master, un cronómetro de pulsera con correa, ideal para los árbitros. En 1960, Heuer celebró sus 100 años actualizando su línea de cronógrafos. La gama Century, que incorporaba un registro de minutos central y adoptaba los colores negro y rojo para ofrecer una mejor legibilidad, presentaba una variedad completa de cronómetros para la medición de tiempos en el atletismo, los deportes de motor y el ámbito industrial.
El 20 de febrero de 1962, el astronauta John Glenn se convirtió en el primer americano que daba la vuelta a la órbita de la Tierra y en el primer hombre que llevaba un reloj suizo al espacio. La pieza en cuestión era un cronómetro Heuer ceñido a su muñeca con una correa, que indicó un tiempo de vuelo de 4 horas y 56 minutos. En julio de 1969, otro cronómetro Heuer mediría el descenso del Eagle a la superficie lunar. Ambos cronómetros Heuer se exhiben actualmente en el Museo Smithsoniano.
Hasta 1962, Heuer había identificado la mayoría de sus cronógrafos únicamente utilizando números de referencia, pero ese año la empresa empezó a usar nombres distintivos para sus modelos.
Así, el Autavia era la herramienta dedicada a los automóviles o la aviación. El Heuer Carrera llegaría en 1963, un modelo que reunía la fuerza de un bonito nombre, el romanticismo de las competiciones de carreras y la pureza del diseño.
El año 1968 vio nacer al Camaro, cuya caja en forma de cojín rendía homenaje al coche deportivo por excelencia de esa época, y al Skipper, un colorido reloj de regatas.
El cronógrafo Autavia era el primer cronógrafo de Heuer que llevaba el nombre de una colección. El Autavia, cuyo nombre procedía de los temporizadores de salpicadero de los años 1930, incorporaba funciones para los AUTomóviles y la AVIAción. Las cajas de este modelo estaban equipadas con un bisel giratorio que cronometraba minutos u horas, indicaba la velocidad en una escala taquimétrica o mostraba la hora en un segundo huso horario para los viajeros. Durante las dos décadas siguientes, Heuer declinó el Autavia en más de 80 versiones.
En 1963, Heuer presentó el Heuer Carrera, un cronógrafo que supo capturar todo el romanticismo y el peligro que rodeaba al automovilismo. Para nombrarlo, Jack Heuer se inspiró en la Carrera Panamericana, un evento cuya ruta atravesaba México de una frontera a otra y que se celebró entre 1950 y 1954. Las atrevidas asas angulares del Heuer Carrera conferían al modelo una gran fuerza, mientras que sus esferas podían mostrar escalas de taquímetro, minutos decimales o pulsómetro. Entre los Heuer Carrera, relojes ideales como instrumento de medición o accesorio de moda, se incluían modelos de triple calendario y cajas de acero u oro.
En 1964, Heuer adquirió Leonidas, líder en la fabricación de cronómetros y cronógrafos.
La adquisición de Leonidas expandió en gran medida las líneas de cronómetros de Heuer.
En 1968, Heuer presentó el Camaro con una caja en forma de cojín completamente nueva, el primer movimiento de la marca en alejarse de las tradicionales cajas redondas. El Camaro fue un modelo especialmente popular entre los corredores de carreras, ya que la mayoría de los modelos contaban con una escala taquimétrica en la esfera. La producción se prolongó hasta principios de los años 1970. En total se presentaron casi 50 modelos del Camaro, todos equipados con movimientos de cuerda manual. La forma de cojín se considera como el precursor del Monaco cuadrado.
Heuer proporcionó los equipos de cronometraje utilizados por la nave Intrepid en la lucha por la Copa América en Newport, Rhode Island. Para celebrar la victoria, en 1968 Heuer creó un nuevo cronógrafo cuyos colores eran los mismos que los del Intrepid. La esfera hacía gala de intensos tonos azules, naranjas y verdes a la vez que mostraba un registro de cuenta atrás de 15 minutos. En los 15 años siguientes se presentarían ocho modelos del Skipper.
Gracias al patrocinio que aportó Heuer al héroe suizo de la Fórmula 1 Jo Siffert, la marca se convirtió en el primer logotipo ajeno al mundo del automovilismo que aparecía en un coche de Fórmula 1. El compromiso con la Fórmula 1 ganó mayor resonancia dos años después, cuando Heuer se convirtió en patrocinador del equipo Ferrari de Fórmula 1 y los pilotos de la escudería Mario Andretti, Jacky Ickx, Niki Lauda, Clay Regazzoni y Gilles Villeneuve empezaron a lucir cronógrafos Heuer. Jack Heuer obsequió a cada uno de estos pilotos con un Heuer Carrera de oro de 18 quilates.