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Este movimiento de manufactura parte de una lámina de latón cuadrada que posteriormente se coloca en una máquina de control decimal numérico (CNC) de última generación. La máquina no utiliza lubricante, lo que la hace menos perjudicial para el medioambiente. La máquina CNC fresa el latón mediante el empleo de distintas herramientas. Estas herramientas fresan orificios y cortan formas con tolerancias increíblemente reducidas, expresadas en micras (1 micra = 0,001 mm). La programación de estas máquinas requiere experiencia y tiempo. Sin embargo, los componentes que generan se elaboran con un nivel de precisión que supera al de cualquier técnica artesanal. Una vez tratada, la pieza se convierte en una lámina de latón de forma intrincada denominada "placa principal". Esta lámina actúa como chasis del movimiento.
Para la fabricación de los puentes se utiliza la misma técnica que se emplea para la elaboración de la placa principal. Estas piezas permiten mantener ruedas, piñones, pivotes y otros pequeños componentes en la posición indicada. A continuación, se ultiman varios componentes del movimiento, como la placa principal y los puentes. Estas piezas metálicas se someten a un proceso de galvanoplastia, aplicando una fina capa de níquel a cada superficie. Tras la galvanoplastia, se realiza el montaje del movimiento. Una máquina de alta tecnología añade rubíes a la placa principal y los puentes antes del montaje. Los rubíes actúan como depósitos de lubricantes, y deben colocarse en la posición adecuada. Este proceso automatizado genera resultados consistentes. TAG Heuer emplea un sistema de vanguardia para asegurar que se añade la cantidad adecuada de lubricante.
El órgano regulador se añade al reloj y el volante comienza a oscilar. El movimiento se prueba en varias posiciones para comprobar que ofrece una excelente precisión suiza. El corazón del reloj ha cobrado vida, y posteriormente se alojará en la caja del reloj TAG Heuer.